Cuánto te extraño, cuánto, cuánto, cuánto te extraño. Ser de mayor edad, tan maravillosa, tan hermosa, tan ausente en estos momentos. Cuánto te extraño, abuelita. El sábado es tu cumpleaños, y aquí, te extrañamos tanto que hasta duele respirar. Nos duele el momento en que nos dejaste, nos urge recordarte, felicitarte y agradecerte por haber nacido y haber sido parte de nuestras vidas. Ese amor que de tus ojos brillaban, ese dulce cantar de mujer emocionada. Cada vez que venías, cada vez que íbamos, te amo tanto y eso jamás irá a cambiar. Tantas cosas que me faltaban ofrecerte, aunque te lo di todo; al menos eso quise... Espero que hayas podido entender cuánto había podido comenzar a amarte, desde que me conociste y desde que te reconocí. Tenía tantos planes, tantas aventuras por regalarte. ¡Te faltaban años por vivir! Pero moriste como quisiste: sin estorbar a nadie, ni preocupar a nadie. Te fuiste como tú deseabas, de una forma digna y de una manera feliz, pero a mí todavía me hacías falta. Me tocaban vivir muchos años más a tu lado. Quería ofrecerte tantas, tantas cosas que en el momento no podía darte. Pero te di todo mi amor, y tú me hiciste sentir la nieta más querida del mundo. No sabes CUÁNTO te extrañamos. Te recuerdo cada día, cada minuto de mis días. Esto debería ser armonioso, pero hay tumultos que se van armando porque nos haces falta. Porque queremos darle honor al día que naciste, sintiendo tus aromas aunque tú los hayas ya trasladado a mejor vida. Esto debería ser acuerdo pacífico, pero sin tu presencia aquí y el vacío que dejas al morir, nos angustia hasta asfixiar.
Por favor, abrázame una vez más.