I can't anymore, just can't

domingo, 21 de junio de 2015

Sí se acaba, sí termina.

CELEBRO. Celebro que tengo dos años, tres meses y doce días desde que con fuerza y decisión propia decidí dejar todo lo malo que consumía mi vida.

Para mí no existía felicidad, y es increíble lo que en dos años y un poco más, he podido lograr. Sonrío en este momento con tanta gratitud, con tanto entusiasmo. Hace dos años no lo hubiera creído. Hace dos años era imposible, pero me aventuré en un viaje que para mí tenía boleto de ida, pero no un boleto de regreso seguro. Hace un año y medio sabía que tenía que ser fuerte, por mí, por nadie más que por mí, pero seguí haciendo una apuesta al vacío. Era como sentarme a arrullar mis penas cerca al abismo, como una madre que no puede alimentar a sus hijos, pero igual lo intenta, y hasta consigue engañarse a sí misma de que puede hacerlo.

No tenía nada que perder, pero tenía todo por ganar. Un corazón inmenso lleno de amor, pero marcado con  tinta negra, tinta oscura que difícilmente saldría.

Me senté en mi avión privado, el que no compartía con nadie, Me senté y ni me preocupé en abrocharme los cinturones, no tuve precaución alguna, solo pensé en las fuerzas que debía recoger por el camino, como monedas en un juego de Mario Bros.

Y estoy hoy aquí. Lo dejé todo, todo por lo que vivía. Dejé todo por lo que vivía, porque me estaba matando. Qué ironía, pero es que es así. Dejé mis cuchillas, aunque me acompañaron algún tiempo más, por si esta débil mujer no tenía lo suficiente para luchar. Dejé de visitar los inodoros para vomitar mis sentimientos y lo que acompañaba a estos. Dejé mis almuerzos solitarios (en realidad eran almuerzos vacíos). Me obligué a tener una mentalidad que me sacaría adelante. Me obligué a dejar de pensar que un paquete de galletas era mejor que un almuerzo, que un chocolate de 43 kilocalorías era mejor que un plátano de 100.

Me vi obligada a verme en el espejo después de cada comida y tener el fundamento, realmente poder decirme con justa razón, eres un chancho bastante hinchado, ¿decidiste comer? pues ten tu imagen en el espejo. Decidí agarrarme a golpes con la puta desgraciada que hacía mis días un infierno, la que hacía que todos los días me levantara pensando en cuánto había engordado, la que me hacía ver que la ropa no me quedaba (cuando en realidad todo me quedaba, estaba bastante delgada).

Tuve bastante éxito, debo decir. Hasta empecé a caminar exhaustivamente. A altas horas de la noche, demasiados kilómetros, quizás. No importa, nada importaba porque la estaba derrotando; estaba comiendo de manera normal y seguía estando delgada (algo que ella nunca podría).

Sí, engordé luego; eso no importó, porque estaba acostumbrada a las subidas de peso. Lo difícil fue adelgazar sin volver a mis malas costumbres. Tuve mucha ayuda, tuve desayunos sanos, y mucha felicidad. Pasaron los meses, los síntomas del síndrome de abstinencia. Poco a poco durante el 2014. Y ahora de pronto me doy cuenta que lo primero que hago en las mañanas no es pensar en lo gorda que estoy. He perdido costumbres como palpar mi rostro y comprobar la delgadez o gordura de mi muñeca. He perdido costumbres como irme al baño para ver mi cara luego de comer. He perdido costumbres que creí que me acompañarían por el resto de mi vida. Ya no le tengo miedo a la comida, ya no lloro cuando he comido en exceso, ya no me culpo por comer algo demás, ya no me golpeo, ya no me martirizo; ahora soy capaz de lidiar con esta mierda revuelta que he enterrado.

Claro, no todo se ha ido. Y seguro muchas cosas no se irán. El miedo a engordar sigue ahí, está dormido, yo sé, pero puede despertar de vez en cuando: el maldito necesita alimentarse. Sé que mi figura siempre me va a importar, mi ansiedad seguirá ahí, El maldito orgullo cuando estoy delgada no me deja en paz. La valiente se mecha con la gente que aplaude la repentina disminución de peso, (eso le concedo), porque lo ha vivido todo al respecto y lo entiende como nadie.

Siempre voy a tener que luchar contra estos desórdenes alimenticios, porque por más años o meses que hayan pasado, si yo me descuido, el monstruo me come viva.




No hay comentarios: